Kenneth Weiss

PROGRAMA

1 – Contrapunctus I

2 – Contrapunctus II

3 – Contrapunctus III

4 – Contrapunctus IV

5 – Canon per augmentationem in contrario motu

6 – Contrapunctus V

7 – Contrapunctus VI

8 – Canon alla duodecima in contrapunto alla quinta

9 – Contrapunctus VII

10 – Contrapunctus VIII

11 – Contrapunctus IX

12 – Canon alla ottava

13 – Contrapunctus X

14 – Contrapunctus XI

15 – Canon alla decima in contrapunto alla terza

16 – Contrapunctus XII

17 – Contrapunctus XIII

18 – Contrapunctus XIV

NOTAS AL PROGRAMA

Sobre El arte de la fuga

Aun siendo conocedor de El arte de la fuga desde hace muchos años, lo cierto es que no me dediqué a estudiarla en profundidad hasta 2020. Cuando el Covid-19 dejó en suspenso toda actividad concertística, me quedé confinado en casa, al igual que mis compañeros músicos, con un calendario creciente de cancelaciones; de ellas mi primer recital de El arte de la fuga fue la que más me dolió. Así pues, aproveché el tiempo de reclusión para sumergirme en la obra. Día tras día acudía a ella en busca de consuelo, de inspiración y de sentido en un mundo lleno de incertidumbres. La admiración que sentí por la ilimitada imaginación y maestría de Bach mientras me retaba a escuchar, escuchar de verdad, todo lo que contiene, me levantaba el ánimo y me procuraba gran alegría. Fue un acto de devoción y lo recuerdo con cariño.

En 2019 tuve la gran suerte de que el Museu Nacional da Música me invitara a ofrecer el recital inaugural de su entonces recientemente restaurado clave histórico Taskin. Quedé inmediatamente cautivado por la profundidad de sonido, potente a la vez que dulce. Fue una sensación mágica ser consciente de que mis manos hacían cantar de nuevo al instrumento, tal y como lo habían hecho otras manos en tan bello teclado a lo largo de más de dos siglos. Estoy en deuda con el Museu por hacer posible que grabara la obra maestra que es El arte de la fuga en otra obra maestra como es el Taskin de Lisboa.

Compuesta durante la última década de su vida, El arte de la fuga se compone de 14 fugas o contrapunctus y 4 cánones basados todos ellos en un mismo tema. Sería la última y más lograda de las exploraciones de Bach en la composición contrapuntística. Si bien ya era considerado por sus contemporáneos un maestro de la fuga, en esta ocasión quiso elevar los límites de su maestría al trabajar sobre un único tema, en Re menor, para crear su apoteosis contrapuntística. Cada una de las fugas aumenta su complejidad mientras el tema original va sufriendo numerosas transformaciones para demostrar todas las posibilidades de la composición fugada: inversiones temáticas, alteraciones rítmicas, imágenes especulares, variaciones según los estilos nacionales, aumentos y disminuciones. Nuevos temas aparecen en la segunda parte de la obra, si bien todos derivan del original.

La última fuga escrita por Bach y que da término a El arte de la fuga, el Contrapunctus XIV, está incompleta. El tercer tema que introduce en esta fuga es su propio nombre B-A-C-H, cuyas letras corresponden a Si bemol, La, Do y Si (H en alemán), así, de la misma manera que un pintor firma su obra maestra, esta es la firma musical de Bach. Aunque la delicada salud de Bach ha sido con frecuencia la explicación dada a la inconclusión de la obra, algunos de los más importantes estudiosos del compositor piensan actualmente que el final se perdió o que tal vez nunca quisiera concluir la obra y la dejara expresamente abierta como reto a resolver por el intérprete. Sin embargo, se produce una poderosa metáfora en tan fascinante ruptura; tras 80 minutos de un logro sin precedentes, de una belleza y complejidad divinas, abruptamente termina. La postrera obra de Bach, como la vida, acaba sin un desenlace.

Bach escribió la obra en cuatro pentagramas en lugar de en los dos que habitualmente empleaba en sus obras para tecla y no especificó que se tratara de una pieza para teclado (aunque sí lo hizo su hijo C.P.E. Bach, que fue el primero en publicarla un año después del fallecimiento del padre). Existía una importante tradición centenaria de escribir el contrapunto para tecla en partitura general/para director por motivos de legibilidad, no obstante, numerosos expertos consideran que originalmente quedaba abierta para su posible orquestación. Aunque sigo la creencia de mi maestro Gustav Leonhardt al considerarla una obra para tecla, en general, las obras de Bach, más que las de cualquier otro compositor, pueden casi siempre transcribirse satisfactoriamente por su inherente completitud y universalidad. Un cuarteto de cuerda, el piano moderno o cualquier otra combinación de instrumentos solistas puede exitosa y convincentemente hacer justicia a la obra.

Todos los instrumentos poseen sus cualidades propias y el modo en el que pueden acentuar las complejidades de la escritura por partes difieren. Mientras que un pianista o un violinista pueden simplemente tocar el tema de una determinada voz más fuerte para destacarlo, el clave, incapaz de hacerlo, se sirve de la articulación, el toque, el tempo y la variación rítmica para crear profundidad dimensional. Aunque más complicada de alcanzar, esta “magnífica limitación”, el despliegue de estas técnicas para explorar expresividades y matices, lo es todo.

Kenneth Weiss, Montauk, New York, Junio 2021